El anuncio de las nuevas tarifas de AT&T en los Estados Unidosmarca el fin de la era del minuto y, de paso, termina teóricamente de matar cualquier forma de referirse con corrección a nuestros terminales que incluya variaciones de los términos “teléfono” o“phone”.
En el mercado norteamericano actual, la práctica totalidad de los planes disponibles en los operadores principales han eliminado de sus tarifas toda referencia a los minutos de voz, y ofrecen sencillamente tarifas planas de voz y SMS ilimitadas por defecto. La única manera de encontrar tarifas acotadas en función de minutos de voz es buscar ofertas baratas especializadas en el mercado de las personas mayores. En España, este desplazamiento del mercado empieza también a apuntarse como tendencia, pero por el momento solo es claramente visible en uno de los tres operadores principales.
Los terminales que desde hace ya muchos años todos llevamos encima prácticamente en todo momento han experimentado una evolución que no por anticipada, ha dejado de ser interesante. Desde aquellos primeros años que ofrecían estrictamente “teléfonos móviles” diseñados y utilizados para la función de voz, a terminales como los actuales, con enormes pantallas pensadas fundamentalmente para la visualización y el acceso a datos de todo tipo. Aparatos que acercamos a nuestras orejas de manera cada vez más circunstancial, y que por lo general pasan mucho más tiempo con nuestras manos sujetándolos ante nuestros ojos. Un efecto que comenzó, como en tantos otros casos, por los más jóvenes, los primeros que comenzaron a abandonar masivamente las llamadas de teléfono o a recurrir a ellas casi únicamente en caso de emergencia, pero que actualmente se extiende a cada vez más demográficos. Hoy en día, la frase “yo el móvil solo lo quiero para hablar por teléfono” se ha convertido en una característica de personas mayores o tecnológicamente desfasados, y cada día cuesta más encontrar modelos optimizados para ese uso.
La función comunicativa ha variado drásticamente. Un porcentaje importante de nuestra comunicación ha pasado a medios asíncronos o semi-síncronos como el SMS, el correo electrónico o – sobre todo – la mensajería instantánea, que también ha asumido muchas de las funciones de la comunicación síncrona. Al tiempo, tanto clientes como operadoras van abandonando los canales dedicados a la voz y convirtiendo ésta a tráfico de datos mediante variadas aplicaciones de voz sobre IP, liberando esa parte del espectro para el cada vez más significativo tráfico de datos. El consumo de datos escala de manera continuada, y los paquetes ofertados se convierten en insuficientes cada vez más rápido ante la demanda rápidamente creciente de los clientes.
A todos los efectos, ese aparato que llevamos en el bolsillo ha dejado de ser un teléfono, y se ha convertido en un ordenador pequeño. Nada que, en realidad, no llevásemos ya mucho tiempo viendo venir. Pero que en el mercado norteamericano, finalmente, ya ha llegado.
Fuente: http://www.enriquedans.com/
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